antes que lugareño mordaz de su tierra,
como tantos ahora presumen, ¡quien poeta se diría!
En un rincón olvidada quiere que haya poesía
aquí y en otro mundo, en todos. Ninguna otra cosa desea.
Bequer, alma de prisas.
Rima VII
Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!”
“-¡Ay! -pensé-, ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: “Levántate y anda”!
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